Exordio

Desde los comienzos de la humanidad el hombre ha buscado clasificar lo que lo rodea, dándole características propias para diferenciarlos entre sí, tal como una expresión artística.

Ha medida que transcurren los siglos surgieron varios conceptos en la vida cotidiana, como la cultura, las lenguas, expresiones artísticas, entre otras y es así como en una de ellas aparece el arte, entendido como actividad que requiere de un aprendizaje y a su vez puede limitarse a una habilidad técnica; como al mismo

tiempo ampliarse hasta el punto de incluir una visión particular del mundo, pero
todo esto se reduce al simple dibujo como expresión emotiva propia de cada individuo que la aprecie y la entienda.


IMPRESIONISMO

 Camino de Louveciennes 
Artista: Camille Pissarro, pintor impresionista francés del siglo 

Lo determinado del realismo, lo fragmentario de su lenguaje, fue contestado por lo continuo e indefinido, por la inestabilidad y el cambio perpetuo, incapaz de ofrecer una visión precisa de la realidad. De ahí las formas imprecisas, el toque distendido, la incertidumbre tonal.

  La arquitectura corroídas por fuertes luminosidades, los humos de las locomotoras que impiden la solidez lineal de las estructuras de hierro en las estaciones y el campo abierto de atmósferas transparentes y claras luces. Y todo ello captado con un ojo sensible e inquisidor que penetró con certeza en la esencia de las cosas, sin más intermediario que su propia sensibilidad. Es verdad que el impresionismo no fue sólo un ojo, a pesar de lo que dijeran Ingres, Mallarmé o el propio Cézanne.

Fue, sobre todo, observación, pero una observación emotiva de la naturaleza que transportaba al lienzo a través de formas, transmitidas por colores puros y una gama más sencilla y brillante que las que utilizaban románticos y realistas de cualquier especie. Les bastó con siete u ocho colores: verdes, azules, violetas, rojos, bermellones, anaranjados, amarillos, a los que añadieron lacas.